Los castores son una de las criaturas más habilidosas del reino animal, pues pocos animales pueden igualar su destreza y su técnica simple y perfecta para construir. Sin embargo, por inofensivos y tiernos que parezcan, también pueden causar muchos problemas.
El ejemplo perfecto proviene del noroeste de Columbia Británica, en Canadá, pues el pasado 7 de junio, quedó incomunicado y sumido en la oscuridad por culpa de un castor merodeador que las autoridades identificaron como el causante de un apagón que dejó a cientos de residentes sin Internet, teléfono fijo y servicio celular durante más de ochos horas.
De acuerdo con información de CTV News, cuando los equipos de la compañía local de electricidad, BC Hydro, salieron a investigar la causa del incidente, los técnicos encontraron las marcas de masticación en la parte inferior del álamo caído, lo que reveló quién era el culpable.
El animalito royó el árbol, lo que provocó que cayera y tirara a su paso algunas de las líneas eléctricas y de fibra óptica cercanas. Así, 15 ciudades pequeñas de los alrededores sufrieron cortes de Internet, mientras que la empresa se ocupaba de las reparaciones.
Por inusual que parezca, no es la primera vez que se culpa a estas pequeñas criaturas de traviesos dientes por dejar incomunicada a la población. Apenas el pasado mes de abril, casi mil personas se quedaron sin servicio de Internet durante casi un día completo después de que un castor diferente carcomiera una línea de fibra óptica. Bob Gammer, empleado de BC Hydro, dijo que el incidente “es inusual, pero sucede de vez en cuando”:
No sería un hombre rico si tuviera un centavo por cada interrupción del servicio de castores, pero suceden.
Por fortuna, de acuerdo con Lee Brain, alcalde de Prince Rupert, una de las ciudades afectadas, la empresa local de servicios públicos CityWest está trabajando en una solución permanente para garantizar que esta clase de incidentes no vuelvan a ocurrir, por lo que planean instalar una segunda línea de fibra óptica en el fondo del océano, a lo largo de la costa de Vancouver.
Si un árbol vuelve a caer, todos seguiremos teniendo Internet a través de la línea que viene del océano.