Bien dicen que los perritos son los mejores amigos del hombre, y no podríamos estar más de acuerdo con este dicho, pues sobran los motivos que lo confirman, más allá de su amor incondicional. Por ejemplo, su lealtad no conoce límites, nos entienden (¡incluso cuando nadie más puede hacerlo!), y, en definitiva, el más importante de todos, es que nos hacen muy felices con su compañía.
Quienes tenemos la fortuna de tener a un angelito de cuatro patas, sabemos que el único inconveniente es, que por más que quisiéramos que fueran eternos, los perritos pasan de ser indefensos cachorritos a apacibles adultos, en un abrir y cerrar de ojos.
El hijo más fiel de mamá
De ahí que siempre habrá historias de lomitos que nos conmoverán el alma, como la de Gigi Gámez Zúñiga que compartió la página de Facebook Mexico Pet-Friendly, acompañada de dos imágenes comparativas: en la primera se observa a su mamá en compañía de su fiel amigo en la banqueta, y en la segunda, se aprecia la misma escena, pero 18 años después. De acuerdo con el relato, fue muy difícil capturar la segunda fotografía debido a la melancolía generada por los estragos que la edad había causado en los dos grandes compañeros.
Me rodaban las lágrimas entre la cámara, me dolía el corazón ver a los dos envejeciendo juntos, pero sentí que debía hacerlo porque no sabía cuánto tiempo más iban a soportar sus cuerpos y hoy nuestro peludito partió al cielo de los perritos, nuestro cachorro, como mis hermanos y yo le decíamos: ‘El hijo más fiel de mi mamá’.
Amigos inseparables
El tierno perrito fue leal a la mamá de Gigi durante el tiempo que tuvo la dicha tenerlo a su lado. Eran amigos inseparables que se divertían al recorriendo largas caminatas por el pueblo. Su cariño era tan grande, que se protegían y cuidaban uno del otro; cada que veía a su amiga regresar del mercado, el amoroso peludito corría veloz como un niño alegre para alcanzarla, y qué decir de su actividad de relajación favorita: no había nada mejor que pasar las tardes de verano en la banqueta disfrutando de un delicioso trozo de pan y un refrescante sorbo de su bebida preferida.
Aún había vida, y lo más importante era que podían estar juntos. No hubo mañana en la que el noble perrito se dejara de preocupar por su entrañable compañera, y la primera tarea del día al despertar, era ir a verla para asegurarse de que se encontrara bien.
Una dolorosa despedida
Desafortunadamente, llegó el día en el que el fiel compañero tuvo que partir, pero los gratos recuerdos que dejó perdurarán por siempre en los corazones de quienes lo amaron tanto.
Hoy su cuerpo no pudo más y solo me queda agradecerle todos estos 18 años ese gran amor que le dio a mi mami. Descansa en paz mi cachorrito, te amamos toda la familia. Ve, corre y brinca en el cielo de los perritos.
Con todo mi amor, Gigi.