4 libros que leer en Semana Santa

Escrito por el 11 de abril de 2022

Por Linette Cozaya vía i am not a sad blogger

¿Les pasa que tienen muchos libros y no saben qué hacer con ellos a la hora de depurar porque todos tienen “algo” que te gustó y entonces no quieres deshacerte de ellos? ¿O les pasa que les preguntan por libros, tipo: “oye, me recomiendas un libro de misterio para una adolescente que no ama leer” y te bloqueas, olvidando todos los libros que has leído en la vida? Pues a mí sí. Ambas cosas. Me pasa también que quiero recomendar todo libro que causa una impresión en mí y no me basta con llevarlo al cuarto de mi hermana y dejárselo en el buró para cuando tenga tiempo. Entonces, por mi salud mental y para mi entretenimiento, decidí escribir mini reseñas de cuatro libros para que los lean en vacaciones (si tienen). Los dejo con mis opiniones MUY sesgadas por mis sentimientos, privilegios y formas de ver la vida.

La guerra no tiene rostro de mujer – Svetlana Alexiévich

Terminé esta novela hace un día y quedé sin palabras. No me imaginaba qué tipo de final tendría un libro tan fuerte y vaya que no decepcionó: se me salieron las lágrimas y corrí a presumir que lo había terminado. Es una compilación de historias de mujeres rusas en la Segunda Guerra Mundial. La guerra, vista a través de sus ojos, sí cambia, tiene otros enfoques y matices que nunca me había puesto a pensar. Además, la idea de mujeres en la guerra no es tan común, tan hablada. Enfermeras es lo que había visto en películas, pero no pilotos, lavanderas, agentes secretos, chicas en las trincheras. Alexiévich hizo un trabajo enorme entrevistando a tantas mujeres, trayendo algo nuevo a la mesa. Algo nuevo y doloroso, feo. Pensar en las madres que dejaban a sus hijos para ir a pelear, o los que los llevaban con ellas en misiones peligrosas, ¡wow! Todo lo que trata el libro está cañón: desde los deseos de cada soldado, las edades en las que los reclutaban, cómo a corta edad ya estaban acostumbrados a la muerte, al hambre, a “no sentirse mujer”. Dieron su vida por una nación que luego les dio la espalda. Esto último lo digo porque no importa cuántas condecoraciones tenían, si una chica había sido solado, era difícil que encontrara pareja, trabajo, respeto. ¿POOOR? Horrible. Aún cuando lo hacían, era difícil escapar de las pesadillas, los olores, los miedos que las perseguían. En fin, recomiendo 100% leer La guerra no tiene rostro de mujer, y gracias a mi prima, que fue quien me lo prestó.

Frío – Laurie Halse Anderson

Nunca me he sentido cómoda reseñando este, aunque lo he recomendado y hasta prestado (¡gracias por sí devolver libros, B!). No tiene sentido, lo sé. Viene a tratar uno de mis temas favoritos y evidentemente recurrentes: desórdenes alimenticios. Lo he leído dos veces, aunque no recuerdo cuándo fue la última vez que lo hice, porque fue hace más de siete años. Tampoco recuerdo el nombre de la protagonista o si la autora describió al personaje, más allá de sus millones de menciones al pequeño, delgado y perfecto cuerpo que mantenía gracias a que no comía. En cambio, recuerdo escenas, imágenes, tan vívidas como si las hubiera visto en una película o fotografía. Como cuando habla sobre la luz que pasaba entre sus piernas, porque obvio tenía un perfecto thigh gap (el espacio que se hace entre las piernas a algunas personas; pero es común, para la gente con algún desorden, glorificarlo, verlo como una meta, algo por lo que luchar). También tengo muy presente el atracón que se da el personaje con pastelitos en un evento, la muerte de su mejor amiga (que fue muy gráfica, OMG), la cantidad de ejercicio que hacía, lo sola que se sentía… El título, la portada, la forma en que lo escribió Anderson, en la que la mente de la protagonista nos deja ver todo, hasta lo que rectifica o se corrige, me encantan. Amo que escogiera el frío. Queda perfecto con lo que pasa al personaje, en cuerpo y mente. Puede que tenga alguno que otro cliché, también creo que se valen porque hay parecido en las vivencias de quienes sufren enfermedades de este tipo, pero es el libro que más real me ha parecido. Tiene buen ritmo, no se apresura a contarnos veinte años en menos de trescientas páginas: no es como que comience alguien con una vida normal, viva el desorden y termine feliz, como en otras novelas, coffantasmasenelespejocof. Acá, al empezar, ya tiene el desorden y al terminar, apenas lo está trabajando. Tampoco es como que toda la novela esté trabajando en ella, como en To The Bone (esta es película, está en Netflix con Lilly Collins como la protagonista). O que se diera cuenta que no comer evitaba que subiera de peso, como en Melany, historia de una anoréxica. En fin, es una novela juvenil, que amé y me pegó muchísimo porque moría por verme como el personaje, pero “yo estaba en control” y “jamás llegué a mi goal weight”. La verdad es que me daba más miedo terminar como la amiga… Conclusión: léanla con criterio de que es novela juvenil y ámenla como yo. Para películas, mi favorita es Feed (acá la reseñé).

Ah, me gustó tanto, que compré otra novela de Laurie Halse Anderson sin siquiera leer la sinopsis y también la amé, sólo que esa es novela histórica. Luego les cuento.

El lector – Bernhard Schilnk

Lo acabo de terminar, literal, hace rato. A veces me gusta esperar a digerir lo que veo, leo o escucho, antes de emitir una opinión. Pero desde que empecé este libro, moría por compartirlo con el mundo. Me gustó mucho, se me fue rapidísimo. Seguimos la historia de Michael Berg y Hanna Schmitz. No diría que es de amor, por más que Michael se jure enamorado de Hanna. Tampoco sé si era obsesión (hahaha qué mal chiste). Pero me pareció gracioso que terminé de leer sobre las mujeres rusas en la segunda guerra mundial (véase La guerra no tiene rostro de mujer) y, El lector, sucede después de ese mismo periodo, pero en Alemania. Está dividido en tres partes: en la primera, el enamoramiento y la traición. Las descripciones lograron que fuera todo muy visual, padrísimo. En la segunda parte: el juicio. No sé si contarles de qué va el juicio, prefiero no hacerlo, porque está tan bien contado que voy a quedar como tonta. Además, arruinaría la experiencia, mejor lean la novela. La tercera parte es sobre culpa. La trae consigo a lo largo de toda la novela, pero la sentí más presente en esta última. Si la novela fuera las estaciones del año, la última sería el otoño e invierno. La segunda un verano estilo El Extranjero de Camus, por encerrado y burocrático, aún así, muy disfrutable: tiene partes donde cuestiona cosas que ni el protagonista (ni nadie, creo) logra definir. ¿Será que a veces el fin sí justifica los medios? Y bueno, la más obvia, primavera y enamoramiento en la primera parte porque todos somos clichés y lugares comunes. El punto es que me gustó, mucho, fue un regalo de alguien que me conoce y que tiene buen y atinado gusto. Me encantó, como todos los libros que me escoge. ¡Muchas gracias! Ahora, consíganlo, léanlo y comenten qué les pareció a ustedes. Tienen una hora. No se crean, bye.

Kitchen – Banana Yoshimoto

Este lo leí para mi clase Figura Femenina en la Narrativa del Siglo XX, con una de mis maestras preferidas, cuando hablamos sobre la construcción del cuerpo: la heteronormatividad, la sexualidad, la cultura del embellecimiento… Recuerdo que me encantó, que me hizo llorar y subrayar muchísimas frases, como: “Poco a poco fueron entrando la luz y el aire en mi corazón y esto me hizo muy feliz.” O, también hablando de felicidad: “La felicidad es vivir sintiendo, lo menos posible, que el hombre, en realidad, está solo.” El libro tiene dos historias: Kitchen y Moonlight. La primera es sobre una chica huérfana que encuentra una familia donde no tenía idea que lo haría. La segunda, que es más corta, va sobre una leyenda que cobra vida. Soy mala recomendando cosas sin decir la historia completa, por eso me contengo, lo importante es que lo recomiendo. Es rápido y fácil de leer, ya que la historia te envuelve y no te suelta.

¿Tú ya leíste alguno? ¿Qué te pareció? ¡Comenta!

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